El yogur griego es un yogur colado o filtrado que ha sido drenado del suero de leche y otros líquidos para quedar más espeso, con textura cremosa y un sabor más ácido que el yogur tradicional. Esa textura espesa no es solo estética: tiene implicaciones nutricionales. Según expertos consultados por El Espectador, debido a ese proceso contiene menos agua, puede tener menor cantidad de lactosa, y una densidad mayor de nutrientes como proteínas, calcio, fósforo y probióticos.
El yogur griego suele tener aproximadamente el doble de proteínas por porción que los yogures tradicionales. Esa proteína extra ayuda en la recuperación muscular, en dar sensación de saciedad y en apoyar funciones metabólicas.
Aporta calcio y fósforo, minerales fundamentales para la salud de los huesos y dientes. Consumir suficiente calcio durante distintos momentos de la vida ayuda a prevenir enfermedades como la osteoporosis.
Al ser un alimento fermentado, el yogur griego contiene probióticos, que ayudan a equilibrar la microbiota intestinal, favorecen el tránsito intestinal y podrían tener efectos antiinflamatorios.
Gracias a su alto contenido de proteínas y densidad nutricional, puede aumentar la sensación de saciedad y ayudar a controlar el peso.
Los probióticos también pueden ayudar a reducir inflamaciones intestinales y favorecer una mejor absorción de nutrientes, contribuyendo a la salud general y al bienestar metabólico.
Algunas versiones del yogur griego, especialmente las enteras, tienen un contenido de grasa saturada mayor.
Muchas presentaciones saborizadas contienen azúcares añadidos que reducen sus beneficios. Por eso, elegir versiones naturales es clave.
Aunque contiene menos lactosa, no todas las personas con intolerancia lo toleran bien.
No todos los yogures griegos son iguales. Algunos usan aditivos, espesantes o azúcares ocultos.
Consumir entre 150 y 200 gramos diarios de yogur griego natural puede ser una buena medida para aprovechar sus beneficios sin exagerar.
El estado del intestino influye de forma directa en el estado de ánimo y la mente. Al mejorar la flora intestinal con probióticos, se pueden ver efectos positivos en el bienestar emocional: menos ansiedad, mejor digestión, mayor claridad mental.
En este punto, si sientes que tu alimentación o tu manera de relacionarte con los alimentos está impactando tu estado emocional, es recomendable apoyarte en terapeutas y psicólogos online de SELIA que puedan guiarte en el manejo integral de tus emociones y hábitos.
Personas con alergias a la leche, intolerancia grave a la lactosa o problemas renales específicos deberían consultar con un especialista antes de consumirlo en grandes cantidades.
Comer bien no solo nutre el cuerpo: también ayuda al ánimo y la confianza. El yogur griego, bien elegido, puede ser parte de un estilo de vida que fomente equilibrio físico y emocional.
Si quieres un acompañamiento más estructurado que integre nutrición, emociones y hábitos diarios, puedes explorar programas de salud mental de SELIA que incluyen herramientas prácticas, apoyo profesional y seguimiento para construir un bienestar integral.
1. ¿El yogur griego engorda o ayuda a bajar de peso?
Depende de la variedad. El natural puede ayudar a controlar el peso, mientras que las versiones con azúcar añadido pueden aportar calorías extra.
2. ¿El yogur griego puede mejorar mi ánimo?
Indirectamente sí, gracias a los probióticos y a su impacto positivo en el eje intestino-cerebro.
3. ¿Cuándo no debería comer yogur griego?
Si tienes alergia a la leche, intolerancia grave a la lactosa o condiciones médicas específicas, lo mejor es consultar con un profesional.
En Selia te acompañamos con herramientas y ejercicios para cuidar tu bienestar emocional.
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