Salud Mental
Author
Mauricio González
Published At
August 1, 2025
Reading Time
8
mins
Type of content
Artículo
El reguetón como terapia: así ayuda a pacientes con Parkinson a recuperar el ritmo
Un estudio reciente en México reveló que escuchar reguetón puede mejorar la coordinación, el ánimo y la respuesta motriz en personas con Parkinson. La música urbana, con sus ritmos marcados, se convierte en una inesperada aliada terapéutica.

Si te dijeran que escuchar reguetón podría convertirse en una herramienta para mejorar los síntomas del Parkinson, ¿te parecería una exageración? ¿Un titular sensacionalista? Pues la ciencia empieza a decir lo contrario. No, no es magia ni tampoco una cura milagrosa, pero varios estudios, incluido uno reciente liderado por la Universidad de Guadalajara en México, apuntan a que ciertos géneros musicales —como el reguetón— pueden tener efectos positivos en los pacientes que padecen esta enfermedad neurodegenerativa.

Sí, leíste bien. El ritmo que muchos critican por repetitivo o superficial podría estar escondiendo una clave poderosa: la capacidad de mover, activar y reconectar.

Pero ¿cómo puede algo tan aparentemente banal como una canción de reguetón impactar en un trastorno tan complejo como el Parkinson? ¿Qué hay detrás de este hallazgo? ¿Y qué implicaciones tiene para la salud mental y física de quienes conviven con esta enfermedad?

¿Qué es el Parkinson y por qué cuesta tanto moverse?

Antes de entrar en la pista de baile, es clave entender el escenario. El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica que afecta el sistema nervioso central. Se produce, principalmente, por la disminución de dopamina, una sustancia química que facilita la transmisión de señales entre las neuronas.

Esta disminución provoca temblores, rigidez muscular, lentitud de movimientos y pérdida del equilibrio, entre otros síntomas. Pero además del deterioro físico, el Parkinson también afecta el estado emocional. La depresión, la ansiedad y el aislamiento son comunes entre quienes lo padecen.

Y aquí es donde la música —sí, incluso el reguetón— entra en juego como un recurso terapéutico no convencional.

El estudio que lo cambió todo

En julio de 2025, investigadores del Centro Universitario de Tonalá, de la Universidad de Guadalajara, realizaron un estudio piloto con adultos mayores diagnosticados con Parkinson. A un grupo de participantes se les puso a escuchar reguetón durante sesiones de movimiento y estimulación cognitiva.

Los resultados fueron sorprendentes: los pacientes mostraron mejoras en la coordinación, el estado de ánimo y la capacidad de respuesta motriz. Además, manifestaron sentirse más animados y conectados con su entorno.

¿La razón? El reguetón tiene una estructura rítmica repetitiva, constante y con acentos muy marcados. Este tipo de patrón ayuda al cerebro a generar sincronización motora, especialmente en condiciones donde las señales cerebrales están deterioradas, como en el Parkinson.

¿Te lo imaginabas?

¿Por qué el reguetón y no otro género?

A diferencia de estilos musicales más suaves o lentos, el reguetón tiene lo que los especialistas llaman ritmos binarios claros. Esto significa que su pulso es fácilmente predecible, ideal para marcar pasos, iniciar movimientos o regular la marcha.

En palabras de los investigadores: “El cuerpo responde mejor a patrones rítmicos marcados, porque puede anticiparlos y coordinarse con ellos”. Y eso es justamente lo que el reguetón ofrece.

Además, al ser un género asociado con la fiesta, la energía y el movimiento, el simple hecho de escucharlo activa zonas del cerebro relacionadas con el placer, la motivación y la dopamina, precisamente la sustancia que el Parkinson deteriora.

¿Quién iba a pensar que Don Omar o Karol G podrían tener un rol terapéutico?

Más allá de los prejuicios musicales

La noticia de que el reguetón pueda tener beneficios en personas con Parkinson ha desatado reacciones de todo tipo. Desde quienes lo celebran con entusiasmo hasta los que no pueden evitar el escepticismo o incluso la burla.

Pero aquí vale la pena hacer una pausa. ¿Cuántos de nuestros juicios musicales están atravesados por estigmas culturales? ¿Por qué nos cuesta tanto imaginar que un género popular, juvenil y comercial pueda tener un impacto positivo en la salud mental y neurológica?

La ciencia, una vez más, invita a mirar más allá de los prejuicios. Lo importante no es tanto el gusto personal, sino el efecto que ciertos estímulos —como los auditivos— pueden tener en el cerebro.

¿No será momento de abrirnos a nuevas formas de bienestar?

Música, cerebro y salud: una relación comprobada

El caso del reguetón no es aislado. Desde hace décadas, los científicos han demostrado que la música activa múltiples áreas del cerebro: memoria, emociones, coordinación, lenguaje y sistema límbico.

Por eso se usa en terapias de rehabilitación, en personas con demencia, en pacientes con accidentes cerebrovasculares y, por supuesto, en enfermedades como el Parkinson.

La novedad aquí es que, en lugar de usar solo música clásica o instrumental —como se hacía tradicionalmente—, los investigadores están explorando géneros más actuales, cercanos a los gustos de los pacientes y con mayor potencial de motivación.

Y eso cambia todo.

¿Qué papel juega la salud mental?

Vivir con Parkinson no solo implica dificultades físicas. La carga emocional puede ser devastadora: miedo al deterioro, frustración por la pérdida de autonomía, vergüenza por los temblores, aislamiento por no poder seguir el ritmo social.

Aquí es donde el reguetón, más allá del ritmo, se convierte en una puerta a la conexión emocional. Bailar, aunque sea con movimientos mínimos. Sentir que el cuerpo todavía responde. Recordar una letra. Compartir una sonrisa con el terapeuta. Todo eso regula el ánimo, reduce la ansiedad y genera motivación para continuar.

¿No es eso lo que más necesitamos cuando enfrentamos una enfermedad?

¿Es solo escuchar música… o también moverse?

La propuesta de los investigadores va más allá de poner una playlist. Se trata de incorporar el reguetón en sesiones estructuradas de musicoterapia y fisioterapia, donde los pacientes siguen patrones de movimiento guiados por el ritmo.

Al repetir pasos simples sincronizados con la música, se estimulan circuitos cerebrales implicados en la marcha, el equilibrio y la coordinación.

Incluso quienes no pueden bailar de pie pueden seguir el ritmo con las manos, los pies o la mirada. Lo importante es mantener el vínculo entre sonido y movimiento, que es lo que activa la plasticidad cerebral.

¿Te animarías a intentarlo?

¿Y si no me gusta el reguetón?

Buena pregunta. La respuesta de los terapeutas es clara: el género musical debe adaptarse al gusto del paciente. Si el reguetón genera rechazo, no se recomienda. El objetivo no es imponer un estilo, sino usar la música como un vehículo de conexión, disfrute y estimulación.

Sin embargo, el hallazgo es relevante porque demuestra que los géneros populares también pueden ser terapéuticos. La clave está en el ritmo, la constancia y la emocionalidad que despiertan.

Quizás se trata de encontrar tu propio reguetón: ese ritmo que te mueve, que te despierta, que te saca una sonrisa. Porque al final, lo importante es volver a sentirte vivo.

Implicaciones para el futuro de la terapia

El éxito de este enfoque abre nuevas posibilidades para repensar los tratamientos del Parkinson. No solo desde el punto de vista farmacológico, sino también desde la estimulación sensorial, emocional y cognitiva.

Los próximos pasos de la investigación apuntan a:

  • Diseñar programas de musicoterapia personalizados.
  • Incluir géneros diversos según el perfil del paciente.
  • Evaluar los efectos a largo plazo en la calidad de vida.
  • Integrar estas terapias en centros de atención geriátrica.
  • Capacitar a terapeutas y cuidadores en el uso de la música como herramienta.

¿Te imaginas hospitales donde suene reguetón a las 10 a.m. como parte de una rutina de salud?

Parece descabellado, pero es más real de lo que pensamos.

El reguetón no cura, pero reconecta

Es importante aclararlo: el reguetón no es una cura para el Parkinson. La enfermedad sigue su curso y requiere atención médica especializada. Pero como complemento, puede ser una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida, ralentizar algunos síntomas y, sobre todo, devolver la sensación de que el cuerpo todavía puede disfrutar.

En palabras de uno de los investigadores: “No buscamos curar con música, sino reconectar con el deseo de moverse, de vivir, de bailar”.

Y eso, para muchas personas con Parkinson, ya es un avance enorme.

¿Qué nos enseña esto sobre el cuidado de la salud?

Tal vez lo más valioso de esta investigación no es solo lo que revela sobre el reguetón, sino lo que nos recuerda sobre la importancia de mirar la salud desde lo humano, lo placentero y lo cotidiano.

A veces creemos que solo los tratamientos médicos “formales” son válidos. Pero olvidamos que bailar, cantar, reír o disfrutar de una canción también son parte de la medicina emocional que todos necesitamos.

¿Y si empezamos a tomar más en serio esos placeres simples?

¿Y si en lugar de cuestionar el gusto por un género musical, nos preguntamos qué tanto nos permite vivir mejor?

Preguntas frecuentes

- ¿Escuchar reguetón cura el Parkinson?
No. El reguetón no cura la enfermedad, pero puede ser un complemento útil en terapias de movimiento, ayudando a mejorar la coordinación y el estado de ánimo.

- ¿Qué otros géneros musicales pueden ayudar?
Cualquier género con ritmo constante y marcado puede ser útil: salsa, cumbia, pop, incluso rock. Lo importante es que genere placer y facilite el movimiento.

- ¿Se necesita bailar para que funcione?
No necesariamente. Lo ideal es vincular sonido con movimiento, aunque sea leve: palmadas, golpeteo de pies, movimientos con manos o incluso visualización de pasos.

- ¿Puede usarse en casa?
Sí, con el acompañamiento de un profesional que guíe la rutina. También es útil para cuidadores que quieren generar momentos de conexión emocional.

- ¿Qué otros beneficios tiene?
Además de mejorar la motricidad, escuchar música alegre reduce el estrés, estimula la dopamina, mejora el ánimo y combate el aislamiento social.

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