
Una joven española, conocida en redes sociales como @lamijitaaaa, reveló recientemente que su salud mental mejoró significativamente tras cambiar su estilo de vida y mudarse a Colombia. En una historia que se viralizó, contó cómo, después de tres años de tratamiento con medicación para la depresión, decidió dejar la terapia farmacológica y encontró alivio en el entorno, la cultura y las personas que conoció en Medellín (Antioquia). “Colombia me salvó realmente la vida (...). Dejé la medicación de la depresión”, expresó la joven. (Infobae)
Este relato no minimiza el valor de la medicación ni del tratamiento profesional, pero sí señala un hecho poderoso: el ambiente, las relaciones humanas y los cambios diarios pueden tener un impacto profundo y, para algunos, transformador.
Según su testimonio, la joven enfrentó episodios de ansiedad y depresión persistentes. Describe jornadas en las que le costaba levantarse, en las que salir de su cuarto parecía imposible. Durante esos años, la medicación fue fundamental: proporcionó estabilidad, redujo los síntomas, pero no lo resolvió todo.
Al llegar a Colombia, algunos elementos de su vida cambiaron: el contacto social fue más cálido, la cultura más acogedora, el ritmo de vida diferente. Medellín le permitió reconectar con cosas simples: gente amable, naturaleza, clima, conversaciones sinceras. Esos factores, junto con su esfuerzo personal, contribuyeron a que “la ansiedad bajó, la depresión bajó, conocí a gente increíble”.
Vivir en una ciudad con comunidades acogedoras puede hacer una diferencia. En el caso de esta joven española, destaca lo mucho que le ayudó la cultura colombiana: expresiones de amabilidad, costumbres, cercanía en las interacciones diarias. Esa sensación de pertenencia, de sentirse vista y valorada, alimenta la autoestima y reduce la sensación de soledad.
No fue un cambio inmediato. Dejar la medicación fue un paso que tomó después de comprobar durante meses cómo se sentía sin ella. Hubo recaídas, días difíciles, momentos de duda, pero también avances que fueron cada vez más fuertes. “Nunca me rendí”, dice. Esa constancia, ese compromiso consigo misma fue clave.
Relaciones de amistad, apoyo de la gente en la calle, interacciones humanas reales, significativas. Estas interacciones, según su relato, jugaron un papel esencial. No todo apoyo es clínico: sentirse acogida, escuchada, participar en comunidad genera oxitocina, reduce estrés, ofrece consuelo emocional.
Aunque no todos los detalles de su rutina están descritos con profundidad pública, ella menciona que salir, moverse, compartir, estar en contacto con la naturaleza, y permitir momentos para ella marcaron la diferencia. Actividades simples, repetidas, que generaban placer y conexión.
No basta con cambiar de escenario; también hace falta valor interno. Decidir levantarse, pedir ayuda, mantener la constancia, tolerar la incertidumbre. Reconocer que hay días malos, pero continuar adelante. Esa fuerza interior la fue fortaleciendo cada día.
Para muchas personas, la medicación es un soporte esencial. En este caso, la joven dejó la medicación después de consultar con especialistas y observar su progreso durante un tiempo prudente. Decidió hacerlo cuando sintió seguridad en cómo se sentía sin el medicamento, no precipitadamente.
Este aspecto es crítico: abandonar medicamentos sin seguimiento clínico puede ser riesgoso. Cada persona es diferente, cada historia es diferente. En su caso, fue una decisión informada, gradual, con respaldo, y después de un periodo en el que ya se sentía mejor.
La recuperación no fue lineal. Hubo recaídas, momentos de depresión o ansiedad que regresaban con fuerza. Hubo días en que salir de casa era difícil. Había culpa, incertidumbre, preguntas: ¿Habré sido apresurada al dejar la medicación? ¿Y si regreso a esos viejos estados?
Ella reconoce esos momentos como parte del proceso, no como fracasos. Aprendió que sanar implica aceptar que no todo será perfecto, que habrá retrocesos. Pero también que cada recaída puede enseñarte algo sobre lo que necesitas fortalecer.
Este caso invita a destacar que la recuperación mental no depende de un solo factor. Medicación, terapia psicológica, estilo de vida, entorno, relaciones humanas, esfuerzo personal, autocuidado, todo actúa en conjunto.
El apoyo profesional —ya sea psiquiátrico o psicológico— sigue siendo una pieza valiosa. Permite monitorear, orientar, ajustar tratamientos, y acompañar emocionalmente durante las recaídas. No se trata de sustituir el tratamiento profesional, sino de complementarlo con hábitos de bienestar.
Para esta joven, Colombia representó algo más que un país nuevo: fue la posibilidad de reconstruir una identidad, de sentirse parte, de pertenecer. Esa sensación de arraigo emocional disminuye la ansiedad, la depresión, la culpa, el aislamiento.
Preguntas que surgen: ¿cuánto impacta el entorno en nuestra salud mental? ¿Cuántas historias de migrantes o expatriados encuentran sanación al poder empezar de nuevo en un lugar que les hace sentir conectados?
Ella compartió su historia públicamente el 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio, para inspirar a quienes atraviesan momentos oscuros. Habló de esperanza, de salir adelante aún cuando el dolor es profundo. De cómo la cultura de un país, el calor humano, el contexto pueden jugar un papel transformador.
Ese mensaje deja claro que, aunque el camino sea difícil, es posible sanar, prolongar la vida emocional hasta encontrar espacios de luz nuevamente.
Si tu salud mental te pesa, si sientes desesperanza, si estás en tratamiento o medicación pero piensas que necesitas más, aquí algunas formas de acompañarte:
Si consideras que tu medicación ya no responde como antes, que la situación ha cambiado, hablar con un profesional puede ayudarte a decidir si hay alternativas adaptadas. Acercarte a terapeutas y psicólogos online de SELIA puede ser un paso importante para acompañarte en ese proceso.
Si prefieres herramientas estructuradas, comunidades, seguimiento y guías terapéuticas, explorar programas de salud mental de SELIA puede darte soporte, orientación y acompañamiento.
1. ¿Es seguro dejar la medicación después de varios años de tratamiento?
Depende de muchos factores: tu estado actual, el apoyo profesional, la estabilidad emocional, el entorno. No es una decisión generalizable. Para la joven española fue algo gradual y supervisado.
2. ¿Puede el entorno cultural realmente influir tanto en la recuperación de la depresión o la ansiedad?
Sí. El contexto social, la calidez humana, pertenecer, sentirse acogido, pueden reducir estrés, aumentar bienestar emocional y formar parte importante del proceso terapéutico.
3. ¿Qué hacer si deja la medicación y empieza a recaer?
No verte como “fracasado/a”. Reconocer que es parte del camino. Buscar apoyo inmediato: hablar con un profesional, retornar temporalmente al tratamiento si es necesario, usar estrategias de cuidado personal, redes de apoyo.
En Selia te acompañamos con herramientas y ejercicios para cuidar tu bienestar emocional.
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