¿Alguna vez has sentido una necesidad urgente de comprar algo que no necesitas? ¿O te ha pasado que, al estar triste, lo primero que haces es llenar tu carrito virtual o salir al centro comercial? Si la respuesta es sí, no estás solo. Pero ¿cuándo ese impulso deja de ser una simple indulgencia y se convierte en un problema de salud mental?
Ese es el terreno de la oniomanía, también conocida como adicción a las compras. Un término que no es nuevo, pero que cada vez tiene más peso en un mundo donde comprar es más fácil, más inmediato y más digital. ¿Hasta qué punto comprar es una forma de escape emocional? ¿Y cómo saber si estamos cruzando la línea entre lo cotidiano y lo compulsivo?
La palabra proviene del griego "onios", que significa “en venta”, y "manía", que alude a una obsesión. Así, la oniomanía describe una conducta compulsiva y repetitiva por comprar, muchas veces sin necesidad real y con consecuencias emocionales, económicas y sociales graves.
No se trata de que alguien disfrute hacer compras de vez en cuando. “El problema aparece cuando comprar se convierte en una válvula de escape emocional”. La persona no busca un producto, sino un alivio momentáneo a su ansiedad, tristeza o frustración.
En ese sentido, funciona de manera muy similar a otras adicciones: hay una pérdida de control, una dependencia emocional y un ciclo de culpa y repetición.
Aunque aún no está formalmente reconocido como un trastorno independiente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la oniomanía ha sido objeto de creciente interés clínico y científico.
Algunos estudios estiman que entre el 5% y el 8% de la población mundial puede tener conductas de compra compulsiva. Y hay algo aún más llamativo: afecta más a mujeres, pero los hombres que la padecen tienden a ocultarla más, por estigmas sociales.
En tiempos de redes sociales y e-commerce, donde el algoritmo te tienta 24/7, es fácil caer en una dinámica de recompensa inmediata. Un clic, un descuento, un "me lo merezco"… y otro gasto innecesario.
¿Te has preguntado últimamente cuántas cosas compras para sentirte mejor? ¿Y cuántas realmente usas?
Comprar activa regiones del cerebro relacionadas con el placer, como el sistema de recompensa dopaminérgico. Es decir, se siente bien. Al menos por un rato.
Esto lo convierte en una especie de anestesia emocional. La persona compra no porque necesite algo, sino porque busca un alivio. Sin embargo, ese alivio es fugaz. Después del impulso llega la culpa, la angustia por el gasto y, a veces, la necesidad de ocultarlo. Y así se repite el ciclo.
En muchos casos, la oniomanía va de la mano con ansiedad, depresión, baja autoestima o incluso trastornos de control de impulsos.
“Compré porque estaba estresada. Luego me sentí peor. Así que volví a comprar”. Esta frase, que parece exagerada, es más común de lo que creemos.
No todo gusto por las compras es patológico. Pero hay ciertas señales que pueden indicar un problema:
¿Te identificas con alguna de estas conductas? ¿O reconoces a alguien cercano en este patrón?
La clave está en el desequilibrio: cuando las compras dejan de ser una decisión racional y se convierten en una compulsión emocional.
Hoy más que nunca, vivimos expuestos a estímulos de consumo: promociones constantes, influencers mostrando productos, anuncios personalizados que aparecen justo cuando sentimos un bajón.
¿Te ha pasado que estás triste y justo ves un anuncio de algo que “necesitas”? No es casualidad. Los algoritmos saben más de nuestro estado emocional de lo que pensamos.
Además, el comercio digital elimina las barreras físicas del consumo: ya no tienes que salir de casa ni usar efectivo. Comprar es tan fácil como deslizar un dedo.
Esta inmediatez puede reforzar la conducta compulsiva, ya que reduce la reflexión previa al acto de compra. El “me lo merezco” se convierte en “ya lo compré”.
Y si a eso le sumamos una sociedad que valora el consumo como éxito personal, la mezcla puede ser explosiva.
Más allá del bolsillo, la oniomanía puede generar un gran sufrimiento emocional. Las personas que la padecen suelen experimentar:
En muchos casos, la persona no busca ayuda porque “sentirse mal por comprar” parece banal comparado con otros problemas. Pero eso es justamente lo que hace que el trastorno pase desapercibido.
Visibilizar la oniomanía es clave para desestigmatizarla y tratarla como lo que es: un problema real de salud mental.
Sí. Aunque no hay una pastilla que lo resuelva, la psicoterapia ha demostrado ser eficaz, especialmente las terapias cognitivo-conductuales.
El tratamiento suele enfocarse en:
En algunos casos, puede haber necesidad de tratamiento psiquiátrico complementario, especialmente si hay un trastorno del estado de ánimo asociado.
Y como en toda adicción, la conciencia del problema es el primer paso.
¿Te has dado cuenta de cuántas veces compras por emoción más que por necesidad?
No se trata de satanizar las compras, sino de tener una relación más consciente y equilibrada con el consumo. Aquí algunos consejos útiles:
La prevención también pasa por reconocer que el vacío emocional no se llena con objetos. Y que a veces lo que más necesitamos no está en oferta.
En un mundo que normaliza el consumo como escape y recompensa, hablar de oniomanía es más necesario que nunca.
No se trata de juzgar a quienes disfrutan comprar, sino de abrir la conversación sobre cuándo esa conducta deja de ser saludable y empieza a dañar.
Si te sientes atrapado en un ciclo de gasto, culpa y ansiedad, no estás solo. Hay ayuda, hay comprensión, y sobre todo, hay caminos para sanar esa relación con el consumo.
¿Y tú? ¿Compras para sentirte mejor o porque realmente lo necesitas?
- ¿Cómo saber si tengo oniomanía o solo me gusta comprar?
La diferencia clave está en el control emocional. Si compras para sentirte mejor, lo haces de forma impulsiva, adquieres cosas que no necesitas y luego sientes culpa o angustia, podrías estar atravesando un patrón compulsivo. No se trata de la frecuencia, sino del motivo y el impacto emocional que genera.
- ¿La oniomanía solo afecta a personas con mucho dinero?
No. La oniomanía no discrimina por ingresos. Muchas personas endeudadas sufren esta adicción, justamente porque el impulso de comprar no está relacionado con la necesidad o capacidad económica, sino con una forma de regular emociones difíciles. Incluso quienes tienen poco presupuesto pueden vivir un gran malestar por este comportamiento.
- ¿Se puede tratar sin acudir a terapia?
Aunque hay pequeños hábitos que pueden ayudar (como hacer listas o esperar 24 horas antes de comprar), la terapia psicológica es fundamental para entender las causas emocionales del comportamiento compulsivo. Pedir ayuda profesional no solo es válido, sino necesario cuando el impulso de comprar interfiere con tu bienestar.