“Le tengo que recordar que llame al médico, que recoja la ropa, que llene la nevera, que visite a su mamá. Tengo un hijo… y una pareja”. Este tipo de frases se ha vuelto común entre mujeres adultas que sienten que, además de sus responsabilidades propias, deben ejercer una especie de acompañamiento permanente —casi maternal— hacia sus compañeros sentimentales.
A esta carga se le ha puesto un nombre: mankeeping. ¿Lo habías escuchado antes?
El término ha comenzado a circular en redes sociales, columnas de opinión y medios de comunicación como una forma de visibilizar lo que muchas mujeres ya venían denunciando: el trabajo emocional no remunerado que implica estar al tanto del bienestar, la organización y hasta el desarrollo personal de sus parejas hombres. ¿Hasta qué punto cuidar es saludable… y cuándo se convierte en desgaste?
El mankeeping —una mezcla entre man (hombre) y housekeeping (cuidado del hogar)— describe todas aquellas tareas invisibles y rutinarias que algunas mujeres asumen para que sus parejas varones funcionen en la vida cotidiana. No se trata solo de lavarles la ropa o cocinarles, sino de recordatorios constantes, apoyo emocional, organización de su tiempo, citas médicas, agenda familiar y gestión de conflictos personales.
En pocas palabras, se trata de asumir la gestión de la vida emocional y práctica del otro, como si fueran su asistente, madre, terapeuta y secretaria… todo al mismo tiempo.
“A veces siento que si yo no le dijera qué hacer, él simplemente no haría nada”, confiesan muchas mujeres en foros y redes. Y es aquí donde el mankeeping empieza a hacer mella no solo en las relaciones, sino en la salud mental femenina.
¿Te resulta familiar?
El mankeeping no es solo una molestia o un desbalance doméstico. Es un fenómeno que afecta directamente el bienestar psicológico de quien lo ejerce. La sobrecarga mental que implica estar pendiente no solo de uno mismo sino del funcionamiento emocional de otro puede generar agotamiento, frustración, ansiedad e incluso síntomas de depresión.
¿Te ha pasado que, al final del día, no sabes por qué estás tan cansada si “no hiciste tanto”? Tal vez no es el cuerpo… sino la mente la que lleva demasiada carga.
Estudios sobre carga mental y desigualdad de género han demostrado que muchas mujeres asumen la responsabilidad de pensar por dos, sobre todo en relaciones heterosexuales. Esto incluye prever necesidades, anticiparse a problemas, estar disponibles emocionalmente, organizar lo cotidiano y mediar en situaciones sociales o familiares. Todo eso gasta energía. Mucha.
¿Y lo peor? Muchas veces ese esfuerzo ni siquiera es visible. Se da por hecho.
No todo acompañamiento emocional es mankeeping. Estar al tanto de la pareja, apoyar, sostener en momentos difíciles… todo eso es parte de una relación afectiva saludable. El problema aparece cuando el acompañamiento se vuelve constante, unidireccional y no recíproco.
¿Eres tú quien siempre recuerda las fechas importantes?
¿Quien organiza las vacaciones, las compras, las visitas al médico, las rutinas de la casa, las dinámicas familiares?
¿Quien carga con las emociones ajenas y a veces hasta las interpreta porque el otro no sabe ponerlas en palabras?
Entonces no estás acompañando: estás gestionando.
Y gestionar al otro puede convertirse en un trabajo no remunerado que, con el tiempo, se siente como una pérdida de identidad y energía.
El mankeeping también es un síntoma de algo más profundo: la permanencia de roles de género tradicionales que siguen colocando a las mujeres en un papel de cuidadoras naturales, responsables del equilibrio emocional del hogar, incluso cuando ambas partes trabajan, estudian o enfrentan los mismos niveles de estrés.
¿Te has preguntado por qué muchas mujeres saben cuándo sus parejas están tristes, pero no al revés? ¿O por qué ellos pueden ir al médico cuando se sienten mal, pero tú postergas tus citas porque hay “cosas más urgentes”?
El problema no es solo el cansancio, sino la desigualdad emocional que opera en silencio.
Y como toda desigualdad, tiene efectos concretos. El agotamiento crónico puede derivar en baja autoestima, irritabilidad constante, sensación de estar sola aun en pareja… y muchas veces, abandono del autocuidado.
Una pregunta clave que plantea el mankeeping es: ¿y ellos? ¿Por qué no toman la iniciativa en aspectos básicos de la vida adulta? ¿Por qué no asumen su autocuidado o su gestión emocional?
La respuesta no es simple, pero muchos expertos apuntan a una socialización masculina que ha evitado enseñar a los hombres a conectar con sus emociones, hacerse cargo de sus rutinas o desarrollar autonomía afectiva.
Esto genera adultos dependientes —aunque no lo parezcan— que esperan que alguien más gestione su equilibrio emocional. Y muchas veces, esa “alguien” es su pareja.
El resultado es un desequilibrio donde uno crece y madura emocionalmente… mientras el otro se estanca.
¿Es eso amor?
Muchas mujeres se quejan de que sus parejas no crecen emocionalmente, pero al mismo tiempo les resuelven todo. Y esto genera un ciclo difícil de romper:
Y cuando explotas, te dicen “pero si nunca me pediste ayuda”. El clásico.
¿No es momento de romper ese patrón?
Estas señales pueden ayudarte a detectar si estás en una dinámica de mankeeping:
Si te ves en varias de estas frases, es posible que estés más allá del cuidado… y dentro del desgaste.
El primer paso es hacerlo consciente. Ponerle nombre a lo que estás viviendo ya es un acto de poder. El segundo, es abrir la conversación desde la necesidad, no desde el reproche. Frases como:
“Estoy muy cansada de asumir ciertas tareas que deberíamos compartir”
“Siento que estoy pensando por los dos y eso me está afectando”
“Necesito que tomes la iniciativa en algunas cosas para que esto sea más equitativo”
No se trata de culpar, sino de visibilizar. Y luego, empezar a redistribuir la carga: delegar, permitir que él cometa errores, no supervisar, no anticiparse a todo. Dejar espacio para que el otro crezca.
Porque a veces, amar también es dejar de hacer.
Este es el dilema. ¿Qué pasa si, a pesar de hablarlo, nada cambia?
Ahí es momento de preguntarte: ¿quiero seguir en una relación donde me siento más como cuidadora que como pareja?
La respuesta puede doler, pero también liberarte.
Tu salud mental no puede seguir dependiendo de que el otro quiera cambiar. Lo que sí puedes hacer es cuidar tu energía, tus límites, tu tiempo y tu voz.
Recordar que el amor sano no agota: sostiene.
El mankeeping no es un término de moda. Es una puerta para hablar de la sobrecarga emocional en las relaciones. Una alerta sobre lo mucho que normalizamos la desigualdad afectiva.
Y aunque muchos hombres están cambiando, todavía hay un largo camino por recorrer. Un camino que empieza por dejar de asumir que “tú lo haces mejor” o que “es más fácil si lo hago yo”.
¿Y si en vez de hacer por él… le dieras espacio para que aprenda?
¿Y si dejaras de cargar con todo?
¿Y si empezaras por priorizarte?
Porque el amor no se mide por cuánto haces por el otro, sino por cuánto te respetas mientras amas.
- ¿El mankeeping solo ocurre en relaciones heterosexuales?
No exclusivamente, pero es más común en relaciones donde hay una socialización de género desigual, como en vínculos hombre-mujer. Sin embargo, cualquier relación puede tener dinámicas similares si una persona asume más carga emocional que la otra.
- ¿Cómo sé si estoy haciendo mankeeping?
Si sientes que piensas por tu pareja, gestionas su rutina, emociones, citas o vida social, sin reciprocidad, podrías estar ejerciendo mankeeping. También si estás agotada y aun así no puedes soltar.
- ¿Puede el mankeeping afectar la autoestima?
Sí. Asumir todo el tiempo el rol de cuidadora puede hacer que una persona pierda de vista sus propias necesidades, sienta que no tiene valor más allá de lo que hace por otros y desarrolle frustración constante.
- ¿Qué puedo hacer si estoy atrapada en esa dinámica?
Reconócelo, háblalo con tu pareja y comienza a establecer límites. Delegar, permitir errores, pedir ayuda y priorizar tu bienestar emocional es fundamental para salir del ciclo.
- ¿El mankeeping se soluciona con terapia de pareja?
Puede ser una gran ayuda. La terapia permite que ambos revisen sus roles, hábitos y expectativas, y construyan una relación más equitativa y consciente.
En Selia te acompañamos con herramientas y ejercicios para cuidar tu bienestar emocional.
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