Para muchas personas, Jen Hatmaker era un modelo de estabilidad familiar dentro del ámbito cristiano: escritora, conferencista, voz influyente y esposa del pastor Brandon Hatmaker. Pero detrás de esa imagen, el matrimonio que compartieron por 26 años comenzó a resquebrajarse. En 2020, la revelación de una infidelidad prendió una luz sobre grietas profundas que no podían seguir ocultas. ¿Cómo intentó salvar su relación? ¿Qué ocurrió cuando descubrió la traición? ¿Cómo transitó el duelo, la proverbial “tusa”? En este artículo relatamos el recorrido emocional y las lecciones que deja esta historia.
Jen y Brandon se casaron cuando ella tenía apenas 19 años. Juntos cofundaron la iglesia Austin New Church y construyeron un proyecto de vida que parecía sólido: cinco hijos, ministerio compartido, publicaciones de impacto. Su matrimonio se convirtió también en parte de su marca pública.
Durante años, esa vida virtual compartida, de fotografías, discursos y enseñanzas, mostró armonía. Pero al interior, algunas señales que se ignoraban comenzaron a gestarse. En el entorno de iglesias y comunidades religiosas, las expectativas de pureza, fidelidad y proyección espiritual pueden tensionar profundamente las relaciones.
Antes de que la crisis explotara, Jen y Brandon buscaron ayuda. En abril de 2020 iniciaron un proceso de terapia de pareja con la intención de reconectar, reparar heridas y restaurar lo que parecía haberse perdido emocionalmente. Jen llegó a creer que el camino era viable: “Pensé que estábamos trabajando a fondo para reparar la situación. Habíamos reconectado sexualmente…”, declaró en entrevistas.
Sin embargo, detrás de los esfuerzos visibles quedaron preguntas sin responder: ¿era un intento genuino de sanar o una mascarada para mantener las apariencias? Según lo que ella misma relató, algunas conductas preocupantes persistieron: ausencias inexplicadas, constante vigilancia del teléfono de él, explicaciones poco claras frente a cuestionamientos. Esas señales parecían gravitar mientras ella deseaba creer en el cambio.
La noche del 11 de julio de 2020 marcó un antes y después. A las 2:30 a.m., Jen se despertó al escuchar rumores de conversación. Brandon susurraba al teléfono: “No puedo dejarte”, mientras olía a licor. En ese instante, sintió que algo gravísimo estaba ocurriendo. Esa frase, ese contexto, activaron una sospecha que venía gestándose en su interior.
Pasó las siguientes cuatro horas revisando la computadora de su esposo en busca de pistas. Pese a que Jen ha dicho más de una vez que no aconseja actuar así, ese acto revelador no fue casual: había una búsqueda urgente de verdad. Aunque no dio todos los detalles públicos, confirmó que la relación extramatrimonial era de tiempo prolongado. “Todas las señales de alerta estaban ahí, pero no quería enfrentarlas”, reconoció.
Cuando enfrentó a Brandon, él no mostró intención de revertir la ruptura. Le dijo con claridad: “para intentarlo se necesitan ciertos sentimientos, pero ya no los hay y no volverán”. Fue una admisión definitiva de que su corazón ya no estaba en la relación. Un año después, se comprometió con otra mujer.
El golpe no fue solo emocional. Jen reveló que Brandon había hecho regalos costosos a la amante, lo que tensionó las finanzas del hogar. Esa combinación de engaño y desorden económico agravó el impacto. Además, ella cayó en estados de ansiedad y depresión, mientras criaba sola a sus cinco hijos en medio de la pandemia. Su mundo, hasta ese momento aparentemente sólido, se fracturaba desde dentro.
Ella describió que el trauma fue tan profundo que no pudo llorar al inicio: “Fue tan impactante y deslumbrante, que casi no pude procesarlo. Ni siquiera pude llorar”. Esa ausencia de reacción inicial revela que cuando la traición es de esa magnitud, la mente y el cuerpo a veces se congelan.
¿Cómo pasar de ese estado de traición y entumecimiento a un lugar de sanación? Aunque no todos los detalles son públicos, algunos pasos y actitudes de Jen pueden observarse:
La tusa no fue solo sentimental, sino también identidad. Reconstruir su vida implicó desmantelar estructuras emocionales que habían sido puestas en función de esa relación.
La historia de Jen Hatmaker enseña varias reflexiones que pueden resonar contigo:
Si alguna parte de esta historia te duele porque resuena contigo, es válido y necesario buscar ayuda. La psicoterapia puede acompañarte para procesar la traición, manejar el duelo, reconstruir tu autoestima y elaborar un nuevo proyecto de vida. No tienes que recorrer ese camino solo.
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El relato de Jen Hatmaker no garantiza un final feliz per se, pero sí ilumina posibilidades de reconstrucción y empoderamiento. Enfrentar una infidelidad luego de décadas, exponer lo íntimo al público y reinventarse no es un camino fácil. Pero es el camino de quien decide no dejarse definir por el dolor. Si tú atraviesas una experiencia similar, recuerda: pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de amor propio.
¿Quién es Jen Hatmaker y por qué su historia se hizo viral?
Es una escritora e influencer estadounidense reconocida en el ámbito cristiano. Su historia tomó relevancia internacional cuando relató cómo descubrió la infidelidad de su esposo, pastor y compañero de vida por más de 25 años.
¿Intentó salvar su matrimonio antes del divorcio?
Sí. Jen y su esposo asistieron a terapia de pareja en un intento de reconstruir la relación, pero tras descubrir la infidelidad y escuchar que él ya no tenía sentimientos, la ruptura se volvió inevitable.
¿Qué hizo Jen Hatmaker para superar la tusa?
Habló abiertamente de su experiencia, se enfocó en la crianza de sus hijos, replanteó su fe y buscó espacios de sanación personal. Su proceso mostró que la recuperación requiere tiempo, aceptación y apoyo emocional.
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