Las rupturas amorosas no solo duelen, sino que también impactan profundamente nuestra salud mental. Más allá de consejos populares que prometen "olvidarlos en seis meses", las investigaciones revelan que el desapego emocional puede llevar un tiempo sorprendentemente más largo, dependiendo del vínculo, la historia personal y los recursos de afrontamiento.
Un estudio de la Universidad de Illinois realiza un diagnóstico detallado del proceso post ruptura, mostrando cómo el cerebro y las emociones reaccionan cuando terminamos una etapa amorosa fundamental.
Dirigido por Grace Larson (Northwestern) y David Sbarra (Univ. Arizona), publicado en Social Psychological and Personality Science, el estudio comparó a dos grupos que enfrentaban rupturas recientes. Aquellos que participaron en sesiones de reflexión emocional —entrevistas, cuestionarios, ejercicios de conciencia— lograron una recuperación más profunda y rápida que quienes solo respondieron encuestas básicas.
El hallazgo principal: estos ejercicios facilitan la reorganización del autoconcepto. Al redescubrirse sin la figura del ex, las personas reconstruyen su identidad y aceleran su sanación. Más que repasar cicatrices, reflexionar ayuda a sanar.
Superar una ruptura no es un proceso lineal, pero la ciencia ha logrado identificar ciertos patrones comunes en la manera en que las personas experimentan el desapego emocional. En los primeros tres meses, muchas personas reportan una montaña rusa de emociones. Es un periodo marcado por una fuerte intensidad emocional, donde la tristeza, la ira, la confusión o incluso la negación suelen entremezclarse. Es también en esta etapa cuando el cuerpo experimenta síntomas físicos del duelo, como alteraciones en el sueño, pérdida del apetito o fatiga.
Entre los tres y seis meses, comienza una fase de estabilización. Aunque el dolor no desaparece por completo, muchas personas empiezan a notar mejoras en su estado de ánimo y en su capacidad para concentrarse en otras áreas de la vida. Se recuperan poco a poco las rutinas perdidas y el pensamiento sobre la expareja se vuelve menos obsesivo.
A partir de los seis meses y hasta los dos años, suele darse una apertura emocional más sólida. En este periodo, muchos empiezan a reconectar con intereses propios, fortalecer relaciones sociales y permitirse nuevas experiencias. Es aquí cuando el duelo amoroso se convierte en una etapa de redescubrimiento personal.
Los estudios también han mostrado que entre los dos y los cuatro años, aproximadamente la mitad de las personas que atravesaron una ruptura logran un desapego emocional significativo. Se sienten distintas emocionalmente, como si hubieran sanado algo muy profundo que les permite mirar hacia atrás sin dolor.
Por último, algunas investigaciones han encontrado que puede pasar entre cuatro y ocho años para alcanzar lo que podríamos llamar un cierre emocional completo. Esto no significa necesariamente que se olvide del pasado, sino que ya no ocupa un lugar central en la vida afectiva. Es decir, la relación deja de influir en la toma de decisiones o en la manera de relacionarse con otros.
Entender estas fases no es una fórmula rígida, pero puede ofrecer consuelo: si el duelo persiste, no significa que haya algo mal contigo. Significa, simplemente, que estás atravesando un proceso natural que requiere tiempo, paciencia y, en muchos casos, apoyo emocional.
La ciencia ha demostrado que el sufrimiento emocional activa las mismas zonas cerebrales vinculadas con el dolor físico. Cuando pensamos en nuestro ex, el sistema de recompensas reacciona de manera similar a la dependencia, generando síntomas parecidos al síndrome de abstinencia .
Por ello, el proceso de desapego requiere tiempo: los circuitos neuronales necesitan restablecerse y encontrar nuevos objetos de apego emocional.
El estudio de Larson y Sbarra revela que reflexionar sobre la ruptura no es revivir el dolor, sino una forma de reconstrucción personal. Técnicas como el journaling, conversaciones con amigos o terapia pueden simular este efecto recuperador.
Otras estrategias recomendadas:
Estas herramientas promueven una recuperación consciente y acelerada, que impulsa la autocompasión y reduce la rumia mental.
Si tras seis meses el malestar persiste, interfiere en tus actividades cotidianas, o aparecen síntomas de depresión o ansiedad severa, es recomendable acudir a un psicólogo. En algunos casos, un duelo prolongado puede complicarse y requerir intervención especializada.
Las rupturas también pueden convertirse en una oportunidad de crecimiento. Cuando se recupera el autoconcepto, muchas personas descubren una versión más resistente de sí mismas. Así lo reflejó el estudio: quienes participaron activamente en la reconstrucción personal desarrollaron una identidad más clara y un mejor bienestar .
En PARLA!, creemos que hablar de ruptura no es hablar de fracaso: es abrir un camino de autodescubrimiento y renovación emocional.
Aceptar cuánto tarda en sanar una herida amorosa —entre semanas, meses o incluso años— ayuda a aliviar la presión interna. El desapego emocional no es cuestión de voluntad sino de biología, conexión y tiempo. Pero, con estrategias de apoyo y conciencia emocional, el camino puede ser más amable y transformador.
Si estás en medio de una ruptura, recuerda: sanar es posible, y tus emociones son válidas. Mereces tiempo, cuidado y comprensión.