Salud Mental
Author
Mauricio González
Published At
July 31, 2025
Reading Time
8
mins
Type of content
Artículo
Cuando el estrés consume: el caso del hombre que murió tras un mes bebiendo solo cerveza
El caso de un hombre que murió tras alimentarse solo de cerveza por un mes, debido al estrés que atravesaba, conmocionó a muchos. Pero más allá del impacto, este hecho evidencia una realidad dolorosa: cada vez más personas lidian solas con su sufrimiento. ¿Estamos escuchando lo suficiente? ¿Estamos normalizando señales que deberían alarmarnos?

Un hombre en Medellín, Colombia, murió recientemente luego de pasar un mes entero alimentándose exclusivamente de cerveza. No fue por una apuesta ni por un experimento voluntario. Fue por algo más profundo, más silencioso y más doloroso: el estrés emocional, la soledad y la falta de atención a su salud mental.

El caso fue reportado por Blu Radio, y aunque los detalles clínicos exactos no fueron divulgados, se sabe que el hombre —de aproximadamente 40 años— cayó en esta conducta extrema luego de atravesar un periodo de angustia personal. Durante semanas, no comió nada más. Solo cerveza. Y finalmente, su cuerpo no resistió.

Es fácil juzgar desde afuera. ¿Cómo alguien llega a ese punto? ¿Por qué no pidió ayuda? ¿No tenía familiares, amigos, alguien que lo acompañara? Pero tal vez deberíamos hacernos otra pregunta más incómoda: ¿cuántas personas a nuestro alrededor están hoy en situaciones similares, aunque no lo sepamos?

Este caso no es solo una noticia trágica. Es un espejo. Y tal vez, una advertencia.

¿Qué puede llevar a alguien a alimentarse solo de cerveza?

Para muchos, la cerveza es una bebida social, asociada a momentos de disfrute, celebración o relajación. Pero cuando se convierte en la única fuente de alimento, no estamos hablando de consumo recreativo. Estamos frente a una señal de alarma.

El hombre fallecido, según las versiones recogidas por medios locales, se encontraba enfrentando un cuadro de estrés extremo. Algunos reportes indican que había perdido su empleo, otros hablan de problemas personales. Lo cierto es que su situación lo llevó al aislamiento y a una conducta autodestructiva sostenida.

“Tomaba cerveza a toda hora, decía que era lo único que lo calmaba”, contó un vecino, según el artículo de Blu Radio. Aunque no se brindaron más detalles, esa frase resume lo que muchos sienten y no pueden expresar con claridad: el alcohol como anestesia emocional.

¿Y si no se trata de adicción, sino de desesperación? ¿Y si detrás de cada lata abierta hay un grito que nadie escucha?

El alcohol como refugio (y trampa)

En tiempos de crisis emocional, no son pocas las personas que recurren al alcohol como forma de evasión. La ansiedad, la tristeza profunda o la frustración pueden llevar a buscar alivio inmediato en sustancias que, al principio, parecen ofrecer consuelo.

Pero el alcohol no es un calmante. Es un depresor del sistema nervioso. Y aunque puede generar una sensación momentánea de alivio, su consumo prolongado —y más aún como única fuente de alimento— provoca daños físicos severos: deshidratación, hipoglucemia, desequilibrio electrolítico, inflamación hepática, daño gastrointestinal, entre otros.

Y sin embargo, muchas personas lo usan como una muleta emocional.

¿Es culpa suya? ¿O es una sociedad que no sabe (o no quiere) ofrecer otras herramientas para lidiar con el sufrimiento?

“No sabía a quién acudir”, repiten quienes atraviesan crisis emocionales en silencio. ¿Estamos normalizando demasiado el dolor ajeno? ¿Nos hemos vuelto indiferentes al sufrimiento cotidiano?

La salud mental también se muere de hambre

Alimentarse solo de cerveza no es una decisión racional. Es una forma desesperada de funcionar cuando ya no hay energía, motivación ni deseo de vivir. Y en ese punto, el cuerpo comienza a expresar lo que la mente no puede más sostener.

La salud mental no se ve. No deja moretones ni heridas visibles. Pero el abandono emocional tiene consecuencias físicas tan reales como cualquier otra enfermedad. Y muchas veces, sus primeros síntomas no son psicológicos, sino conductas extrañas que el entorno no sabe cómo leer.

Dormir todo el día, aislarse, dejar de comer, trabajar compulsivamente, beber en exceso, descuidar la higiene o tener cambios abruptos de humor son formas en que el cuerpo y la mente piden ayuda.

¿Y qué hacemos nosotros cuando alguien actúa así? ¿Lo juzgamos? ¿Lo evitamos? ¿Le decimos que “todo pasa”? ¿O nos acercamos a preguntar cómo está, de verdad?

¿Podemos prevenir algo así?

La muerte de este hombre no fue solo consecuencia del alcohol. Fue consecuencia del silencio, del abandono, de la falta de redes, del estigma que aún rodea a quienes sufren emocionalmente.

Prevenir casos similares implica mucho más que campañas de salud o líneas de atención psicológica. Implica cambiar el modo en que miramos el malestar del otro.

¿Hablamos lo suficiente sobre el dolor emocional? ¿Validamos las emociones ajenas? ¿Nos damos permiso para pedir ayuda?

“No hay salud sin salud mental”, repite la OMS. Pero aún hoy, para muchos, hablar de estrés, ansiedad o depresión es un signo de debilidad.

Y mientras tanto, hay personas que mueren de soledad. Que se apagan lentamente mientras el mundo sigue su curso.

El estrés como enfermedad subestimada

Decir que alguien murió por estrés parece una exageración. Pero la ciencia demuestra que el estrés crónico tiene consecuencias devastadoras: afecta el sistema inmune, el corazón, la digestión, el sueño, el equilibrio hormonal y, por supuesto, la mente.

Cuando no se atiende, el estrés puede conducir al deterioro físico, a trastornos de salud mental como la depresión o el trastorno de ansiedad generalizada, y en muchos casos, a conductas de riesgo como el consumo excesivo de sustancias, la autolesión o incluso el suicidio.

Y sin embargo, ¿cuántas veces decimos “estoy estresado” como si fuera algo normal, inofensivo, pasajero?

¿Dejamos que se acumule hasta que el cuerpo no puede más?

¿Es posible que muchas de nuestras muertes lentas comiencen con ese estrés que nadie quiere ver?

El rol del entorno: ¿dónde estaban todos?

En el caso del hombre que solo bebía cerveza, los vecinos dijeron haber notado cambios. Pero nadie intervino a tiempo. Quizás por miedo, por desconocimiento, por creer que “ya se le pasará”. Tal vez por no saber cómo actuar.

¿Y si empezamos a ver los síntomas emocionales con la misma seriedad que los síntomas físicos?

Una persona que no se alimenta durante días necesita atención. Pero también alguien que no se levanta de la cama, que llora sin motivo, que deja de hablar con sus amigos, que solo sale a comprar alcohol.

No se trata de invadir. Se trata de observar con empatía, de tender la mano, de romper el muro del “no es mi problema”.

¿Y si fuera tu hermano, tu padre, tu amigo? ¿Esperarías hasta el desenlace?

Romper el silencio, abrir el diálogo

La historia de este hombre es dolorosa. Pero puede servir como punto de partida para hablar de aquello que muchos callan. Del cansancio de existir. De la rutina que abruma. Del miedo a no poder con todo. De la angustia que no encuentra palabras.

Y sobre todo, de la necesidad urgente de dejar de ver la salud mental como un asunto privado, y empezar a asumirla como una responsabilidad compartida.

¿Estamos escuchando con atención? ¿Nos animamos a preguntar dos veces cómo está alguien? ¿Estamos disponibles para acompañar, sin juzgar ni querer “arreglar” al otro?

“No todos los que sufren lo dicen. Pero a veces lo muestran en sus actos”, señalan profesionales de salud mental. Y eso exige que estemos atentos, presentes, dispuestos a mirar más allá de lo obvio.

¿Qué podemos hacer como sociedad?

  1. Hablar más de salud mental, en casa, en el trabajo, en la escuela. Sin miedo, sin vergüenza.
  2. Crear espacios seguros donde las personas puedan compartir lo que sienten sin ser juzgadas.
  3. Fortalecer las redes de apoyo: estar disponibles para quienes atraviesan momentos difíciles.
  4. Formarnos en primeros auxilios emocionales, saber cómo actuar frente a una crisis o un síntoma preocupante.

Preguntas frecuentes

- ¿El estrés puede llevar a la muerte?
Sí. El estrés crónico afecta múltiples sistemas del cuerpo y puede conducir a enfermedades físicas graves o a conductas autodestructivas como el consumo excesivo de alcohol.

- ¿Por qué alguien solo bebería cerveza durante un mes?
Detrás de esa conducta puede haber desesperación, depresión, trastornos de salud mental o falta de apoyo emocional. No es una decisión racional, sino una señal de deterioro psicosocial.

- ¿Qué hacer si veo a alguien en una situación similar?
Acércate con empatía, ofrece escucha, sugiere ayuda profesional. No juzgues ni minimices. En caso de emergencia, contacta servicios de salud o líneas de atención psicológica.

- ¿Qué papel juega el entorno en estos casos?
El aislamiento agrava el malestar. Tener redes de apoyo puede marcar la diferencia entre sobrellevar una crisis o hundirse en ella.

- ¿Cómo prevenir situaciones como esta?
Promoviendo la conciencia sobre salud mental, generando espacios de contención emocional y atendiendo las señales de alerta desde el inicio.

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