Bienestar
Author
Mauricio González
Published At
May 5, 2025
Reading Time
8
mins
Type of content
Artículo
La principal causa de la obesidad no es el sedentarismo, sino la dieta: así lo confirma la ciencia
La obesidad está más ligada al exceso de comida ultraprocesada que a la falta de ejercicio, revela un nuevo estudio.

Un nuevo estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) pone en entredicho uno de los supuestos más comunes sobre la obesidad: que el problema radica principalmente en la falta de ejercicio. La investigación, con datos de más de 4.000 adultos de 34 países, señala que el consumo excesivo de calorías, sobre todo a partir de alimentos ultraprocesados, es la principal causa del aumento mundial del sobrepeso.

El hallazgo contradice décadas de mensajes centrados en el sedentarismo y obliga a replantear políticas públicas, intervenciones clínicas y estrategias educativas, particularmente aquellas relacionadas con el bienestar emocional y la salud mental.

Una visión equivocada del equilibrio energético

Durante años, la narrativa dominante ha sido que las personas aumentan de peso por no moverse lo suficiente. Sin embargo, según el estudio citado por The Washington Post y otros medios internacionales, el gasto energético diario es sorprendentemente similar entre personas activas y sedentarias.

El cuerpo humano, explican los investigadores, regula su consumo de energía dentro de un rango más estrecho de lo que se creía. Esto significa que aumentar la actividad física no implica necesariamente un mayor gasto calórico total, lo que pone en entredicho la efectividad de las recomendaciones centradas exclusivamente en el movimiento.

“La evidencia sugiere que el aumento del consumo calórico —y no la reducción en el gasto energético— es lo que ha impulsado la epidemia global de obesidad”, señalan los autores del estudio, dirigido por el antropólogo Herman Pontzer.

Ultra‑procesados: el verdadero enemigo silencioso

El foco del análisis se traslada entonces a la dieta moderna. La investigación concluye que el auge de alimentos ultraprocesados —ricos en azúcares, grasas añadidas, sal y aditivos— ha sido el principal motor del aumento de peso en las últimas décadas. Estos productos, diseñados para ser altamente palatables, activan mecanismos cerebrales que inducen el consumo desmedido, dificultan la autorregulación y afectan la relación con la comida.

La evidencia es contundente: mientras que la actividad física ha disminuido apenas un 5% desde la década de 1980, la ingesta calórica promedio ha aumentado más de un 20%, especialmente en países industrializados.

El entorno obesogénico y su vínculo con la salud mental

En términos de salud pública, esta constatación apunta a un desafío estructural. La accesibilidad, el bajo costo y la agresiva promoción de alimentos ultraprocesados han creado lo que los expertos llaman “entornos obesogénicos”, en los cuales la opción menos saludable es la más fácil y frecuente.

Esto tiene profundas implicaciones para la salud mental. Numerosos estudios han documentado cómo el sobrepeso y la obesidad pueden desencadenar síntomas de ansiedad, depresión, baja autoestima y autopercepción negativa del cuerpo. A su vez, el malestar emocional y el estrés están asociados a conductas alimentarias desreguladas, creando un ciclo difícil de romper.

Desde esta perspectiva, la obesidad no es solo un problema metabólico, sino también emocional, social y psicológico. Por eso, abordar sus causas requiere mucho más que recomendaciones dietéticas.

¿Qué cambia en la intervención?

Frente a este nuevo panorama, expertos en nutrición y salud mental consultados por PARLA! coinciden en que se deben priorizar estrategias integrales, centradas en:

  • Reducir la presencia de ultraprocesados en la dieta, promoviendo alimentos frescos, locales y mínimamente intervenidos.
  • Educar emocionalmente sobre la relación con la comida, integrando terapias psicológicas que aborden la ansiedad, el hambre emocional y la imagen corporal.
  • Fortalecer políticas públicas que limiten la publicidad de productos no saludables y aumenten el acceso a opciones saludables en escuelas y comunidades.
  • Reformular los mensajes de salud, desplazando el énfasis del ejercicio como quemador de calorías hacia su rol en la regulación emocional, el bienestar mental y la cohesión social.

Más allá del ejercicio

El estudio no descarta el valor del movimiento. El ejercicio sigue siendo crucial para la salud cardiovascular, neurológica y emocional. Lo que plantea es que, como estrategia aislada para reducir peso, tiene un impacto limitado.

Esto no significa que debamos dejar de movernos, sino que debemos dejar de responsabilizar exclusivamente al sedentarismo por la obesidad. Como bien señala la psicóloga clínica Mariana Arias, especialista en trastornos alimentarios, “el exceso de peso no es el resultado de pereza individual, sino de decisiones estructurales sobre qué alimentos promovemos, consumimos y permitimos que dominen nuestra cultura”.

La narrativa también importa

Desde medios como PARLA!, el reto consiste en cambiar la narrativa dominante. En lugar de señalar al individuo como responsable absoluto, el discurso debe reconocer el impacto de los determinantes sociales, económicos y emocionales de la obesidad.

La educación emocional y la promoción del autocuidado pueden ser poderosas herramientas para restaurar la relación con la comida, desmontar la cultura de la culpa y favorecer procesos sostenibles de bienestar.

En ese sentido, la psicología, la psiquiatría y la salud pública tienen un rol crucial en la creación de entornos protectores, en los que comer no se convierta en un campo de batalla emocional.

La obesidad no es simplemente una cuestión de moverse más o comer menos. Es el resultado de un sistema alimentario que prioriza la rentabilidad sobre la salud, y de una cultura que subestima el impacto emocional del entorno alimentario.

El nuevo estudio de PNAS deja claro que la clave está en lo que comemos. Y si queremos frenar esta epidemia, debemos empezar por transformar el acceso, la calidad y la percepción de nuestros alimentos. En especial, debemos reconocer que la salud mental es parte esencial de cualquier solución real.

¿Te sentiste identificado con este artículo?
En Selia te acompañamos con herramientas y ejercicios para cuidar tu bienestar emocional.
Conoce más
Agrega un comentarios
TODO: Nombre usuario
Thank you! Your submission has been received!
Oops! Something went wrong while submitting the form.
Se el primero en dejar un comentario
Contenido relacionado
No hay contenido relacionado
Derechos reservados © Parla 2025