El actor colombiano Andrés Parra habló con sinceridad recientemente sobre una etapa muy difícil de su vida: su lucha con la adicción al sexo. En una entrevista para el podcast Bumbox de Blu Radio, Parra dijo que “no hay adicción sin trauma”, dejando claro que detrás de todo comportamiento adictivo a menudo hay heridas emocionales profundas.
Parra no solo nombró su problema, sino que relató cómo fue descubriendo que esa adicción estaba estrechamente relacionada con su percepción de un hogar frío, con dificultades para conectar emocionalmente. Esa distancia, según él, lo llevó años más tarde a buscar encuentros casuales como una forma de sentir calor, aunque esos vínculos nunca sostienen.
El actor explicó que vivir en un ambiente emocionalmente frío puede generar una interpretación psicológica: si en casa no sentías calor, afecto cercano o reconocimiento, el adulto puede buscarlo en otros espacios. Parra mencionó que para él la adicción al sexo fue una manifestación de esa carencia de cercanía emocional.
Esa necesidad que no fue resuelta en la infancia, ese vacío emocional, fue dejando huellas: conductas que alimentaban un confort momentáneo pero que luego generaban culpa, insatisfacción y repetición. Parra enfatiza que tratar al que sufre una adicción solo desde el síntoma (por ejemplo, la conducta sexual compulsiva) no basta: hay que ir al origen, al trauma, al hogar interior, a lo que se quedó sin sanar.
Parra recalca que una actitud necesaria para la recuperación es tratar al adicto como una persona herida, una persona rota. No como alguien moralmente malo, ni alguien que simplemente necesita “frenarse”, sino alguien que requiere acompañamiento, comprensión y procesos de sanación interna. Esa frase profundamente humana —“una persona traumatizada”— rompe el estigma que rodea las adicciones sexuales.
Reconocer que la adicción sexual no es solo deseo desbordado, sino respuesta a un trauma no resuelto, permite empezar a construir caminos distintos: desde la empatía, el auto-perdón y la búsqueda de herramientas para sanar.
Andrés Parra comentó que su proceso de superación implicó varios pasos:
La adicción al sexo, como cualquier adicción, puede dejar lesiones que no se ven a simple vista:
Andrés Parra ha reflexionado públicamente que fue importante para él entender esos efectos, dejar de juzgarse, dejar de ocultar, y empezar a exigir a su vida espacios de autenticidad.
Una frase central que Parra repite es esa: “No hay adicción sin trauma”. ¿Qué quiere decir exactamente?
Trauma puede ser muchas cosas: experiencias de abandono, falta de afecto, noticias difíciles en la infancia, violencia emocional, rechazo, soledad dentro del hogar. En el caso de Parra, “hogar frío” se convirtió en metáfora de no solo ausencia física, sino de ausencia emocional, de cercanía, de afecto consistente.
Cuando esos espacios emocionales no se atendieron en la juventud, pueden generar comportamientos adultos que buscan reparar lo irrealizado: comportamientos compulsivos, urgencia afectiva, desbordes emocionales que parecen satisfacer, pero no construyen. Esa comprensión es clave porque sugiere que la recuperación debe mirar atrás, hacia lo que pasó, no solo hacia la conducta externa.
La recuperación de una adicción sexual no es un proceso lineal, y casi siempre requiere apoyo profesional.
Andrés Parra sugiere que herramientas como la terapia psicológica son fundamentales para trabajar el trauma, reconstruir la relación con uno mismo y con la sexualidad, entender los desencadenantes. En su testimonio aparece que sin esa introspección, los patrones se repiten.
Si alguna vez has sentido que un deseo sexual se convierte en obligación, en cadena de impulsos difíciles de controlar, te puede servir buscar ayuda con terapeutas y psicólogos online de SELIA para dar ese paso de conciencia, de exploración, de cuidado interno.
Parra también habló de algunas estrategias que en su experiencia le han ayudado:
Parra comenta que su recuperación también implicó revisar cómo vivía sus relaciones interpersonales, su pareja, sus amistades, su círculo íntimo. Entender qué dinámicas en su vida emocional alimentaban la adicción al sexo, qué ausencias afectivas, qué expectativas no conversadas. Corregir esos espacios fue parte del proceso de reconectar consigo mismo.
Un punto importante que Andrés Parra toca es el estigma que existe alrededor de la adicción sexual. Muchas personas sienten vergüenza, temen que si lo revelan serán juzgadas como inmorales, o que se les encasille. Parra invita a verlo de otra manera: como un síntoma de una herida, no una culpa definitiva.
Ese cambio de mirada —tratar al adicto como persona herida, no como alguien que simplemente “no se controla”— tiene efectos directos sobre la salud mental: reduce la vergüenza, facilita pedir ayuda, mejora el acompañamiento emocional.
1. ¿Qué significa que la adicción al sexo esté relacionada con un trauma?
Significa que muchos comportamientos sexuales compulsivos probablemente tienen raíces en experiencias pasadas de dolor emocional, abandono o carencia de afecto. Reconocer el trauma permite trabajar no solo la conducta, sino el origen del malestar.
2. ¿Se puede superar una adicción sexual sin terapia?
Generalmente, la terapia es una herramienta muy importante. Aunque algunas personas puedan encontrar alivio mediante cambios individuales, apoyo de amistades y autoexploración, el acompañamiento profesional suele ser clave para evitar recaídas, entender lo emocional y crear conexiones sanas.
3. ¿Cuándo buscar ayuda para una adicción al sexo?
Cuando sientes que los impulsos sexuales interfieren con tu vida diaria, provocan culpa, daño en relaciones, ansiedad, aislamiento emocional, pérdida de control sobre la conducta, o cuando te das cuenta de que esos comportamientos no te satisfacen.
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