Relaciones y vínculos
Author
Jaime Castro
Published At
April 9, 2025
Reading Time
4
mins
Type of content
Artículo
Tipos de personalidad: cómo nos definen, cómo evolucionan y cómo se transforman
Este artículo de PARLA! te guía por los principales enfoques psicológicos sobre la personalidad, desde el modelo de los Cinco Grandes hasta las teorías contemporáneas, explicando cómo tu perfil influye en tu salud mental y cómo puedes transformarlo conscientemente para vivir con mayor autenticidad y equilibrio.

Comprender por qué algunas personas se sienten más cómodas liderando una conversación mientras otras prefieren escuchar en silencio es adentrarse en el estudio de la personalidad. Este campo de la psicología busca explicar los patrones consistentes de pensamiento, emoción y comportamiento que nos diferencian. Lejos de ser etiquetas estáticas, los rasgos de personalidad funcionan como tendencias que, al conocerse bien, pueden ayudarnos a mejorar nuestras relaciones, tomar decisiones más acertadas y fortalecer nuestra salud mental.

¿Qué son los rasgos de personalidad y cómo se clasifican?

Uno de los enfoques más respaldados por la evidencia científica es el modelo de los Cinco Grandes Rasgos de Personalidad (Big Five), que clasifica los principales aspectos del temperamento humano: la apertura a la experiencia, la responsabilidad, la extraversión, la amabilidad y el neuroticismo. Estas dimensiones no son compartimentos rígidos, sino escalas continuas donde cada persona se posiciona de manera única.

La apertura a la experiencia describe el nivel de curiosidad intelectual, creatividad y disposición al cambio. Personas con alta apertura tienden a disfrutar lo nuevo y lo abstracto, mientras que quienes puntúan más bajo suelen preferir rutinas conocidas y estructuras más previsibles. La responsabilidad o conciencia implica autodisciplina, orden y orientación al logro, siendo un rasgo especialmente útil para cumplir metas y sostener hábitos saludables.

La extraversión se refiere al grado de sociabilidad, entusiasmo y energía que una persona suele mostrar en contextos sociales. Quienes tienen una puntuación alta tienden a sentirse cómodos en grupos grandes, mientras que quienes se ubican más hacia la introversión suelen preferir entornos tranquilos y relaciones uno a uno. La amabilidad, por su parte, refleja la disposición a cooperar y mostrarse considerado con los demás. Finalmente, el neuroticismo evalúa la tendencia a experimentar emociones negativas como ansiedad, tristeza o irritabilidad, así como la dificultad para manejar el estrés.

Estudios longitudinales han demostrado que estos cinco factores se mantienen relativamente estables a lo largo del tiempo, aunque pueden cambiar con la edad y ciertas experiencias vitales. Por ejemplo, se ha observado que con los años las personas tienden a volverse más responsables y menos neuróticas, lo que contribuye al bienestar emocional en la adultez.

Otros modelos y enfoques sobre la personalidad

Más allá del modelo de los Cinco Grandes, existen otros sistemas de clasificación de la personalidad. Uno de los más conocidos es el MBTI (Myers-Briggs Type Indicator), que se basa en las teorías de Carl Jung. Este modelo combina cuatro dicotomías: extraversión/introversión, sensación/intuición, pensamiento/sentimiento y juicio/percepción. De esta forma, se obtienen 16 tipos de personalidad, como INFJ, ESTP o ENFP. Aunque es popular en ámbitos laborales y educativos, su validez científica ha sido cuestionada, ya que tiende a categorizar de forma rígida y presenta poca consistencia en el tiempo.

Otras teorías contemporáneas han aportado matices importantes. Por ejemplo, la teoría de los constructos personales de George Kelly plantea que cada persona interpreta la realidad a través de esquemas únicos, mientras que Albert Bandura destacó el papel del aprendizaje social en la configuración de la personalidad. Incluso desde la biología se han propuesto aproximaciones: Hans Eysenck, por ejemplo, planteó un modelo tridimensional que incluye la extraversión, el neuroticismo y el psicoticismo.

Históricamente, el ser humano ha intentado clasificar los temperamentos. Hipócrates hablaba de cuatro humores corporales que determinaban el carácter: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático. Si bien este modelo ha quedado obsoleto desde el punto de vista médico, muchas de sus descripciones siguen presentes en el lenguaje popular.

Salud mental, diversidad y transformación personal

En la práctica clínica y en la investigación en salud mental, se ha demostrado que ciertos rasgos de personalidad se asocian con una mayor vulnerabilidad a trastornos psicológicos. Por ejemplo, el neuroticismo alto se relaciona con mayor riesgo de depresión y ansiedad, mientras que la baja amabilidad puede vincularse con dificultades en las relaciones interpersonales. La alta responsabilidad, en cambio, suele proteger contra conductas impulsivas y favorecer la adherencia a tratamientos.

Algunos enfoques recientes han prestado atención a perfiles particulares, como las Personas Altamente Sensibles (PAS), quienes presentan una elevada reactividad emocional, mayor percepción de matices y una profunda empatía. Este rasgo, aunque no es un trastorno, puede generar dificultades si no se comprende adecuadamente.

Uno de los grandes aportes del estudio de la personalidad es su aplicación práctica. Conocer nuestros rasgos dominantes puede ayudarnos a elegir trabajos más adecuados, entender por qué reaccionamos de cierta manera ante los conflictos o identificar qué relaciones nos hacen bien. Además, en terapia psicológica, explorar la personalidad permite diseñar intervenciones más ajustadas a las necesidades del paciente.

La personalidad no es estática ni determina el destino de una persona. Puede moldearse con el tiempo mediante experiencias significativas, aprendizaje consciente y, en muchos casos, acompañamiento terapéutico. Algunas investigaciones han mostrado que los cambios en la personalidad pueden estar asociados con mejoras en la salud mental, mayor satisfacción vital y mejor adaptación social.

El estudio de la personalidad es también un acto de respeto hacia la diversidad humana. Entender que no todos reaccionamos igual frente a un mismo estímulo —y que eso no nos hace ni mejores ni peores— fomenta la empatía, la tolerancia y el entendimiento mutuo. En lugar de juzgar a alguien por ser “muy callado” o “demasiado emocional”, podemos empezar a preguntarnos qué rasgos de personalidad están detrás de ese comportamiento y cómo podemos relacionarnos de manera más consciente.

En un mundo donde cada vez se valora más el autoconocimiento, herramientas como los cuestionarios de personalidad, las terapias introspectivas o incluso la autoobservación pueden convertirse en aliados valiosos. Sin embargo, es importante recordar que ningún test define quiénes somos de manera absoluta. Somos más que una etiqueta, un perfil o un resultado: somos historias en desarrollo, con la capacidad de crecer, adaptarnos y cambiar.

Desde PARLA!, creemos que conocer tu personalidad es un paso clave para el bienestar emocional. Entender tus fortalezas, reconocer tus desafíos y actuar con mayor conciencia puede ayudarte a vivir de forma más auténtica. Y si hay rasgos que te están limitando o generando malestar, la psicoterapia puede ofrecerte un espacio para explorarlos y transformarlos con compasión y guía profesional.

Explorar tu personalidad no es buscar una versión perfecta de ti mismo, sino una más consciente. Porque cuanto más sabes de ti, mejor puedes cuidarte.

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