Fredy Guarín, exfutbolista colombiano que brilló en equipos como el Inter de Milán, Porto, Shanghái Shenhua, Vasco da Gama y Millonarios, reconoció que enfrentó una batalla personal con el alcoholismo que estuvo a punto de destruirlo. Una adicción que le quitó no solo partidos, sino momentos, sueños, relaciones y casi su propia vida. ¿Te has preguntado qué sucede cuando el cuerpo ya no responde al talento, sino a un ciclo de excesos que se camufla bajo la fama?
La historia de Guarín no empezó con el alcohol, sino con un talento precoz. Desde joven supo que podía llegar lejos: debutó profesionalmente muy joven, fue internacional con Colombia, jugó en grandes ligas. Pero con el éxito vinieron también tentaciones - fiestas, viajes, dinero que llegaba fácil - y con ellas, los primeros tragos.
Guarín confesó que, desde sus días en Italia, comenzó a manejar el consumo pensando que podía controlarlo: “Yo lo manejaba muy bien, me emborrachaba dos días antes del partido y yo llegaba y funcionaba, ganábamos, hacía uno o dos goles”. (Noticias Caracol)
Esa creencia de que la habilidad lo salvaba de las consecuencias fue la grieta que, poco a poco, se convirtió en abismo.
Con el tiempo, el alcohol dejó de ser una fiesta y se transformó en sombra persistente. Guarín relata noches interminables, días de borrachera completa, madrugones con una cerveza al lado, entrenamientos mezclados con licor. El problema creció tanto que lo aisló de quienes más amaba: su familia, sus hijos, su presente en el fútbol.
Durante la pandemia, estando en Brasil, su situación se agravó dramáticamente. Sin la rutina exigente del campo de entrenamiento, sin compromisos deportivos que lo obligaran a cuidarse, el alcohol ganó terreno. En su peor momento admitió beber hasta 70 cervezas en una noche, exponiéndose a riesgos físicos y emocionales que rozaron lo mortal.
El alcohol le quitó mucho más que la condición física. Guarín habló de cómo “un día el alcohol me quitó todos los sueños, por los cuales luché tanto en toda mi vida. Un día todos mis sueños se fueron. Se fue mi hogar”.
Perdió su matrimonio con Andreina Fiallo, perdió la armonía familiar, perdió contacto con hijos, su carrera quedó empañada por episodios de escándalo mediático, imágenes de borracheras, de violencia interpersonal y de descuido de sí mismo.
En China, en Shanghái Shenhua, reconoce que el alcohol empezó a tener un lugar permanente en su día: después de entrenar, alcohol; después de descansar, alcohol. Esa rutina con licor, dijo, “degeneró alcohólicamente” su vida.
No fue un solo momento, sino una suma de señales. El día que apareció en video en evidente estado de ebriedad, desorientado, en casa de sus padres, fue uno de esos llamados de atención públicos que no se pueden ignorar. Esa estampa lo confrontó con la magnitud de su adicción.
Hubo un episodio particularmente crítico: estando en un piso 17 durante la pandemia, en medio de su estado de embriaguez, intentó lanzarse al vacío. Una malla de seguridad impidió la tragedia. “Había una malla, salté y me devolvió”. Él mismo admite que en ese momento estaba inconsciente de sus actos.
¿Te parece que alguien podría recuperarse tras llegar tan bajo? Sí, pero requiere reconocer la crisis.
Una vez frente al abismo, Guarín hizo una elección: dejar de esquivar el problema. Aceptar que el alcohol ya no era una elección, sino una necesidad destructiva. Esa conciencia fue el primer paso real hacia la rehabilitación.
El implicarse en un programa terapéutico, rodearse de profesionales y apoyos, asumir que el camino de recuperación no es lineal, sino con recaídas posibles, fue lo que le permitió empezar a recomponer su vida.
Más de un año y tres meses lleva Guarín en sobriedad. Durante ese tiempo ha compartido avances, recaídas emocionales, momentos de fragilidad, pero también victorias pequeñas: volver a hablar con sus hijos, recuperar la comunicación con su familia, tener claridad de lo que quiere para su vida ahora.
Ha trabajado con terapeutas, con una psicóloga que lo apoya cercano, con rutinas que implican disciplina, autoobservación, evitar los disparadores (el alcohol, el exceso, los lugares de fiesta) y utilizar modelos como “un día a la vez”. Esa actitud, dijo, le permite mantenerse firme incluso cuando la tentación aparece.
Reconocer que se tiene un problema grave, admitir que el sueño se ha visto arrebato por los excesos, no es fácil. Pero es un acto de coraje que puede marcar la diferencia. Si tú o alguien cercano está luchando con adicción, no tienes que estar solo.
Buscar ayuda profesional es clave. Hay terapias, psicólogos, estrategias que acompañan. Puedes encontrar apoyo en terapeutas y psicólogos online de SELIA que te brinden un espacio seguro para compartir lo que te duele.
El caso de un deportista de alto nivel como Fredy Guarín pone en evidencia que la adicción al alcohol no discrimina talento ni condición. Que la fama y el éxito pueden enmascarar fragilidades profundas.
Reconstruir no significa volver exactamente al pasado, sino construir un nuevo presente con lo que aún se puede recuperar. Guarín reconoce que muchas oportunidades él no las recuperará: ciertos años de su carrera, la confianza que algunos perdieron, algunos momentos con su familia. Pero también ha encontrado algo igual de valioso: su identidad, su dignidad, y su capacidad de inspirar a otros.
Renovar sueños implica:
Freddy Guarín ha dicho que ahora considera su historia como un propósito que “va a tocar muchos corazones y de seguro va a salvar vidas”. Esa convicción convierte el testimonio en recurso valioso para quienes enfrentan lo mismo.
Si hoy te sientes atrapado por una adicción, por el dolor de haber perdido algo valioso por el alcohol, recuerda que hay caminos de reconstrucción.
No basta con voluntad; se necesita estructura, acompañamiento profesional y modelos terapéuticos. Los programas de salud mental de SELIA permiten esto: espacios de rehabilitación, seguimiento psicológico, terapia familiar y talleres de prevención de recaídas.
Puedes explorar esas opciones si buscas un camino guiado de recuperación auténtica.
Guarín ahora vive cada día con sobriedad, con la certeza de que cada jornada limpia también es victoria. Ha vuelto a encontrarse con sus hijos, ha recuperado el diálogo con su familia, ha reconocido que ciertos daños ya están hechos, pero que eso no lo define.
¿Y tú? ¿Qué sueños pudiste haber dejado ir por un exceso, por una adicción no controlada? ¿Cuáles esperas recuperar hoy?
Reconstruir no es olvidar: es reconciliar con lo que se perdió, con lo que se pudo haber sido, y decidir por lo que puedes ser ahora.
1. ¿Cómo saber si el alcohol está quitando mis sueños?
Cuando notas que cosas que antes te llenaban, ya no significan lo mismo; cuando relaciones, oportunidades o metas se ven afectadas por el consumo; cuando sientes que ya no controlas.
2. ¿Qué pasos concretos se recomiendan para salir de una adicción al alcohol?
Admitir que hay problema; buscar ayuda profesional; apoyarse en terapia psicológica, psiquiátrica; establecer rutinas de vida saludables; construir una red de apoyo familiar y social.
3. ¿Se puede reconstruir una vida después de pérdidas profundas por la adicción?
Sí. Pese al dolor y los daños, las personas pueden recuperar identidad, relaciones, metas y bienestar, siempre que se construya con paciencia, aceptación y sin juzgar el pasado.
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