Una caminata en el bosque, unas horas junto al río o simplemente contemplar un paisaje natural pueden parecer pequeños momentos en nuestra rutina. Sin embargo, un artículo reciente de El Espectador señala que estas experiencias ofrecen beneficios sólidos para la salud mental, reduciendo el estrés, mejorando el ánimo y favoreciendo el bienestar emocional. Numerosos estudios respaldan esta afirmación, transformando el contacto con la naturaleza en una estrategia poderosa de autocuidado.
Investigaciones recientes demuestran que la exposición regular a entornos naturales está asociada con una reducción en los niveles de cortisol, la hormona del estrés, así como con menor prevalencia de síntomas de ansiedad y depresión. Un metaanálisis en Nature Reviews Psychology concluyó que pasar al menos 120 minutos por semana en espacios verdes se vincula con reducción significativa del malestar emocional.
Según El Espectador, incluso paseos breves —de 10 a 20 minutos al día— pueden mejorar la concentración, promover la creatividad y favorecer la regulación emocional. Estas dosis regulares de naturaleza se traducen en mayor resiliencia emocional y mejor capacidad para enfrentar demandas cotidianas.
Científicos han propuesto varios mecanismos para explicar por qué la naturaleza actúa como apoyo para la salud mental:
Estudios clínicos indican que exposiciones regulares a entornos verdes actúan como complemento efectivo en casos de trastornos de ansiedad y depresión leve a moderada. Incluso terapias basadas en el bosque —o forest bathing— han mostrado mejoras en el ánimo y en la percepción de bienestar.
“El poder restaurador de la naturaleza reside en su capacidad de transformar estados internos, desde la inquietud hasta la serenidad”, sintetiza el artículo de referencia. Además, se fortalece la sensación de autoconexión y atención plena, reduciendo las rumiaciones y el pensamiento negativo.
El contacto con espacios naturales está asociado también a un mejor rendimiento cognitivo. Un trabajo de Frontiers in Psychology encontró mejoras en la memoria de trabajo, resolución de problemas y capacidad creativa tras actividades al aire libre. Pasear entre árboles o contemplar el cielo puede ser un descanso eficaz para la mente ocupada.
En contextos educativos o laborales, breves descansos verdes han resultado beneficiosos para la claridad mental y la gestión emocional de la presión diaria.
Más allá del impacto emocional, la experiencia en entornos naturales viene acompañada de actividad física moderada: caminar, nadar, pedalear. Esta combinación favorece la salud cardiovascular, regula el sueño y amplifica el efecto de bienestar mental.
La exposición solar moderada también favorece la producción de vitamina D, vinculada con mejoras del ánimo, reducción de condiciones inflamatorias y fortalecimiento del sistema inmunológico.
El acceso a espacios verdes no es universal. La desigualdad urbana limita el derecho a disfrutar de parques, bosques o jardines. Un enfoque de salud mental debe considerar políticas públicas que promuevan la accesibilidad a entornos naturales para todos, especialmente en zonas urbanas densas.
Parques urbanos bien distribuidos, iniciativas comunitarias de plantación de árboles o programas de senderismo accesible son herramientas clave para democratizar el bienestar emocional.
PARLA! recomienda incluir estos hábitos:
Aunque los beneficios son amplios, algunas consideraciones son relevantes:
Las experiencias en la naturaleza no son un lujo ni una moda pasajera: son una herramienta con respaldo científico para cuidar la salud mental. Un parque, un bosque o una terraza verde pueden significar más que un escape: una dosis de recuperación emocional, claridad mental y equilibrio físico.
En PARLA!, celebramos el regreso consciente a lo natural. Integrar pequeños rituales verdes en la vida diaria es una forma efectiva y accesible de cultivar bienestar integral y fortalecer nuestra capacidad de vivir con mayor presencia, calma y resiliencia.