Dormirse en el escritorio puede parecer, para muchos, una señal de flojera, desinterés o incluso falta de profesionalismo. Pero en Francia, esta percepción está cambiando. El país ha abierto un debate nacional para oficializar la siesta en la jornada laboral, una idea que, lejos de ser un capricho cultural, está ganando respaldo desde la salud mental, la neurociencia y el bienestar corporativo.
¿Te has sentido alguna vez tan agotado en medio del día que no puedes concentrarte ni pensar con claridad? ¿Y si ese bajón no fuera flojera, sino un signo de que tu cuerpo necesita pausar?
En un mundo que cada vez exige más, ¿será que dormir en medio del trabajo es lo que realmente necesitamos?
El senador francés Cyril Pellevat, representante del partido Los Republicanos, propuso recientemente incorporar el derecho a la siesta en la legislación laboral de Francia. La noticia ha generado reacciones encontradas: unos lo aplauden como una medida revolucionaria; otros, como una amenaza a la productividad.
Pero el senador ha sido claro: no se trata de dormir por horas, sino de reconocer que el descanso diurno, en condiciones adecuadas, puede traer beneficios físicos, mentales y sociales. ¿Quién puede estar en contra de eso?
“La siesta no es una pérdida de tiempo, sino una inversión en la salud del trabajador”, han argumentado algunos defensores de la propuesta. Y tienen razón.
Numerosos estudios avalan que las siestas cortas —de entre 10 y 30 minutos— tienen un impacto positivo en la atención, la memoria, el estado de ánimo y la creatividad. Dormir un poco a mitad del día permite al cerebro “resetearse” y al cuerpo recuperar energía.
¿Sabías que, según la OMS, el cansancio crónico y la falta de sueño están directamente relacionados con trastornos de ansiedad, depresión y deterioro cognitivo?
El doctor Matthew Walker, neurocientífico de la Universidad de California, ha sido enfático en su libro “Why We Sleep”: “Dormir no es un lujo. Es una función biológica vital”.
Entonces, ¿por qué seguimos castigando el descanso en lugar de protegerlo?
Uno de los grandes temores de empresas y líderes políticos ante propuestas como la de Francia es que se reduzca la productividad. Pero el panorama es más complejo.
Investigaciones realizadas por el Instituto Nacional del Sueño de EE. UU. revelan que trabajadores que duermen siestas breves presentan mayor concentración y menos errores, en comparación con quienes siguen trabajando fatigados.
En Japón, donde el fenómeno del inemuri (dormir en el trabajo) está socialmente aceptado, se considera que alguien que duerme brevemente en público está demostrando dedicación, no pereza. Incluso grandes compañías como Google y Nike tienen nap rooms para que sus empleados puedan descansar.
Entonces, ¿realmente dormir disminuye la productividad… o solo desbarata viejos mitos del trabajo moderno?
Francia no es la primera nación en pensar en legalizar la siesta como parte del bienestar laboral.
En España, por tradición cultural, la siesta ha formado parte del estilo de vida por décadas. Aunque el mundo moderno ha limitado esta práctica, aún se valoran los tiempos de pausa entre jornada y jornada.
En China, el derecho a dormir al mediodía está incluso consagrado en la Constitución. Y en países como Italia, Grecia y varios de América Latina, la costumbre sigue viva, especialmente en climas cálidos donde la fatiga posalmuerzo es inevitable.
Entonces, ¿por qué no pensar en una legislación moderna que reconozca este derecho?
En una sociedad cada vez más afectada por el burnout, la ansiedad y la hiperconectividad, dormir puede ser también una herramienta terapéutica. Así lo señalan expertos en psicología y neurociencia.
Las siestas —especialmente si se hacen con regularidad y en entornos adecuados— pueden:
¿No sería mejor permitir a los trabajadores descansar 20 minutos que empujarlos a tomar café tras café y mantenerse despiertos por inercia?
El cuerpo no se engaña: si necesita dormir, lo dirá… aunque no escuchemos.
Dormir durante el día no solo es cuestión de energía física. También puede convertirse en un espacio de contención emocional.
Muchas personas que enfrentan problemas de ansiedad, tristeza o agotamiento crónico no logran desconectarse ni un minuto durante la jornada laboral. ¿Qué pasaría si tuvieran permiso legal y respaldo institucional para cerrar los ojos un momento y respirar?
Cada vez más investigaciones demuestran que la micro-siesta o power nap ayuda a resetear el sistema nervioso, reduciendo niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejorando el funcionamiento del sistema límbico, responsable de las emociones.
En otras palabras: dormir un poco nos ayuda a sentirnos mejor.
Aunque todavía no se ha definido el formato exacto de la propuesta francesa, hay ideas sobre cómo podría implementarse una siesta oficial sin afectar la jornada:
¿No sería más humano —y productivo— diseñar el trabajo pensando en cómo funciona realmente el cuerpo?
Aunque algunas encuestas han mostrado resistencia inicial —especialmente por miedo a ser malinterpretados—, muchas personas dicen que aceptarían encantados tener la opción de dormir un rato sin ser juzgados.
Una de las mayores barreras no es legal, sino cultural: aún se asocia descansar con flojera, y estar cansado con debilidad.
Pero… ¿quién puede trabajar bien estando agotado? ¿No es más profesional saber cuándo parar y cuidarse?
Francia ya ha sido pionera en leyes laborales disruptivas: reducción de jornada, derecho a desconectarse después del horario laboral, teletrabajo regulado… Ahora, con la siesta como posibilidad, podrían dar un nuevo paso hacia la humanización del trabajo.
Y esto no solo beneficia al trabajador: también a las empresas, que reducen errores, rotación de personal, licencias médicas y baja productividad.
¿Y si el descanso fuera el nuevo motor del progreso?
- ¿La siesta debe ser larga para ser efectiva?
No. Lo ideal son siestas cortas de entre 10 y 30 minutos. Dormir más de 45 minutos durante el día puede causar inercia del sueño y alterar el ritmo circadiano.
- ¿Sirve tomar café antes de una siesta?
Sí, sorprendentemente. Una técnica llamada nappuccino sugiere tomar café justo antes de dormir, ya que la cafeína tarda 20 minutos en hacer efecto, lo que permite descansar y despertar con más energía.
- ¿Todos los trabajos podrían permitir la siesta?
No en todos los contextos es viable, pero sí en muchos más de los que imaginamos. Lo importante es adaptar la cultura laboral a la salud, no al revés.